Qué Thornhill no los confunda, a pesar de su tono distendido y sus ilustraciones, este no es un libro para niños.

De hecho, es uno cruel y retorcido. Que te deja lleno de angustia y con una sensación asfixiante de impotencia inevitable.

Esta obra es totalmente curiosa, combina dos estilos narrativos.

Por un lado, tenemos la historia de Mary. Una huérfana que vive en el Instituto Thornhill, quien sufre de bullying y sus únicos amigos son sus marionetas. Su punto de vista está narrado en prosa y transcurre en el pasado.

Por otro, nos remontamos al presente junto a Ella. Una niña que acaba de perder a su mamá y de mudarse a las cercanías del edificio abandonado que alguna vez fue Thornhill. Allí, ve siempre a una niña, y tiene muchas ganas de ser su amiga. Esta historia está narrada íntegramente mediante ilustraciones.

Es genial lo bien que se complementan ambos recursos y el efecto dramático que logran.

Como es una obra corta, no voy a explayarme demasiado. Solo agregaré que es muy, muy oscura. Y que no es una historia de superación y amistad, sino una de resentimiento y venganza.

Realmente, van a terminar con un nudo en la garganta, con la piel de gallina y el pecho lleno de catástrofes.

Un trauma de lo más retorcido.