Audrey Whitticomb logró salvar a su ciudad, aunque con un poquito de ayuda de su mamá, la superheroína Morning Star, y de su novio, León, un joven guardián tan mandón como atractivo. Sin embargo, después de dos meses de tranquilidad, surge una nueva amenaza en las Ciudades Gemelas. Su nombre es Susannah, una atormentadora, un verdadero demonio que se empeña en destruir a todos los que, como Morning Star, León y la propia Audrey, pertenecen al clan. Como otros antes que ella, busca a la remanente, una niña que tiene el poder de abrir el inframundo. Audrey trata de llevar una vida lo más normal posible: consuela a su mejor amiga Tink, abandonada por su novio; ayuda a su otro mejor amigo, Gideon, a vencer sus pesadillas, y hasta se las ingenia para superar los altibajos de su "citas" con León. Pero cuando descubre que posee un poderoso y nuevo don, se propone luchar contra los atormentadores, a pesar de las protestas de su madre y de las súplicas de su novio. En su búsqueda por averiguar los planes de la malvada Susannah y encontrar a la remanente, Audrey descubre aún más de lo que esperaba. La terrible verdad es que el enemigo está mucho más cerca de lo que ella cree. Pero conocer la verdad y aceptarla son cosas muy distintas.

Hace solo un par de meses leí Dark Star y superó ampliamente mis expectativas, tanto que enseguida me hice con los dos libros siguientes porque DEFINITIVAMENTE quería saber cómo seguía este fantasy urbano que prometía tanto.

Y no hizo más que mejorar.

Estrella en llamas es la segunda parte de esta trilogía y le pasa el trapo a la primera.

No solo argumentalmente, sino también a nivel técnico. Bethany mejora como autora, crece, va puliendo su estilo, pero sin perder su frescura ni dinamismo. Eso me encanta.

Saben que no soy especialmente fanática del urban fantasy. Francamente, me resulta reiterativo y poco interesante. Soy desertora de toda saga del género que he empezado, incluyendo esas que todos aman con furia y locura (esas me fastidian especialmente jaja), por eso me resultó muy sorprendente lo mucho que disfruté este libro, la necesidad imperiosa de saber qué más iba a pasar pero con la angustia de no querer terminarlo y lo que lo extrañé al concluir la lectura (no se termina el año sin que yo no termine esta trilogía, se los aseguro).

La narración es fresca, irreverente y simple, lo que le da un gran ritmo a la trama que sumado al gran sentido del humor (pero sin excesos) de la autora, lo convierten en un libro mega entretenido y ligero. Pero no superficial, provoca miles de emociones y es una historia muy equilibrada, con el toque perfecto de todo: acción, pero sin caer en escenas de lucha mareantes e interminables, humor, pero sin tornarse denso o inoportuno, amor, pero sin llegar a ser meloso. El drama justo para conmoverte y robarte alguna lágrima. Y sorpresas, madre mía. Las sorpresas.

"Pensé en Abuelita y oí sus palabras tranquilizadoras, me hablaba sobre el diseño infinito que no era destino, sino reacción, en el que un momento definía al siguiente".

Esta segunda parte cuenta con un giro de trama tan inesperado y levemente retorcido que casi me quiebro la quijada contra el suelo de tan boquiabierta que quedé. Sin exagerar tanto, la verdad es que tuve que dejar de leer, cerrar el libro y reflexionar un momento sobre lo que acababa de pasar. La negación fue tan grande que me dio un reading slump en medio de la lectura y recién pude retomarlo al día siguiente, ¡porque no quería! Me negaba a aceptar lo que Audrey acababa de descubrir. Es completamente genial.

Todavía no lo supero, me muero por saber qué pasa con eso.

Los protagonistas evolucionan un poco de un libro al otro.

León me encanta, los personajes que parecen fríos e indiferentes pero por dentro bullen de emociones y son leales y protectores a morir, me pueden. Y este es un caso así. De a poco se va ablandando, pero no es necesario que lo haga del todo, es adorable tal y cómo es (aclarémoslo para que en el remoto caso que Frenette lea esto, tome nota jaja).

Audrey, por otro lado, tiene sus cosas de Mary Sue, nuuuuuuuuuuuunca hace lo que le dicen que haga. Nuuuuuuuuuuuuuunca está dónde tiene que estar. Cabeza dura al 100%, pero no es intolerable (esto gracias a la personalidad que le dio la autora), su evolución es buena y su relación con el clan se pone cada vez más interesante, lo mismo que sus poderes.

"El vacío siempre es voraz. Siempre vuelve por lo que le corresponde"

Hablemos brevemente del romance: tenemos poco, pero más que en el anterior y me encanta. Amo que sea un complemento moderado y no la columna vertebral de la historia, pero a la vez que tenga tanto significado. La autora sabe manejarlo para que parezca legitimo, tierno y real, sin necesidad de adornos ni puntillas. Eso es lo que más me gusta de todo este asunto, por la personalidad de los protas la historia no resistiría un romance endulcorado. Me encanta que nos deje todo el tiempo con ganas de más. ¿Será algún tipo de patología mía el que me gusten TANTO los romances frustrantes? jaja

"-No, no lo entiendes, no quiere matarla: quiere que ella lo mate. Se supone que debía morir por su protegida, y eso es exactamente lo que planea hacer. -Hizo una pausa. Sus ojos estaban fijos en los míos-. Yo moriría por ti, Audrey. No me da miedo eso, sino lo que pueda pasar si no lo hago".

En fin, tiene sus detalles negativos pero en general fue una lectura fantástica. Esta trilogía fue una de mis grandes revelaciones del 2015, me gusta mucho y, reitero lo mismo que en la reseña del primero, es una historia que merece que se le preste más atención porque vale la pena.